Proyecto para un jardín. La serie.

SOBRE LA SERIE

Hacer una serie significa renunciar al cuadro único. 
Disponer las telas en una mesa, y observarlas a partir de ese momento, modificables al capricho de recomposiciones siempre posibles. Una serie de imágenes que se caracteriza por la coexistencia, en la misma serie, de maneras diferentes de representar este espacio. Es una manera de ver el jardín, de recorrerlo según puntos de vista múltiples, asociados unos con otros...Y al descomponer el jardín, de la serie surgen espectros, fantasmas, cosas impropias… Es lo accidental de la repetición, lo inexplorado de la seriación. 
Volver a partir de cero, re/pensar y re/mirar este espacio. Ensayar sin partir de una proposición, ensayar para ver, inventar nuevas reglas del juego y adoptarlas solo si me aportan algo. Observar. Encuadrar. Aislar. Pintar. Y volver a Observar. Comprender hasta el final qué es una forma, una formación, una creación, una metamorfosis….Vincular lo pequeño con el todo, lo local con lo global, la morfología singular de este jardín con una morfología universal… ¿y si esta serie no fuera sino el resultado de mis inquietudes pasionales o conceptuales, visuales o corporales…, de mi autobiografía espacialmente reordenada y acompasada por los movimientos de mi cuerpo, de mi mirada por y a través del jardín, de mi jardín seriado…?  
 

Después de tener y mantener mi interés en otros lugares, en otros aires, mi mirada se detuvo aquí, en este pequeño jardín. Jardín que atravieso cada día desde hace más de 20 años para llegar al estudio, para ir a pintar. Las rosas aparecen cada primavera y el azafrán cada otoño. Los árboles y sus hojas que siempre vuelven, la higuera, el almendro, el pequeño ciruelo….Colores por todas partes, aquí y allá, sin orden establecido. Luces y sombras, siempre unidas, para siempre. 
Y en este proceso mío -de mi mirar y de mi interpretar- se ha ido transformando en otro jardín. Un jardín seriado, un jardín que he desmenuzado, comprendido y cambiado para multiplicar casi todos los elementos, plantas, árboles y flores que conviven en este espacio. Hay muchas pinturas, parecidas, seriadas pero nunca repetidas. Ayudándome del color y de las distintas rotaciones, a veces imposibles en el espacio real, he transformado los elementos que para mí han sido más ricos e interesantes. Empecé estas pinturas del jardín en el año 2009 y, ya no es el mismo jardín que empecé a pintar. Ahora es otro jardín. Estas pinturas son su memoria.

Las imágenes aquí no guardan memoria de lo que el jardín fue en el pasado para ejercer su reposición en el presente, sino que me ofrece el recordatorio de que el presente resulta precisamente de ese flujo de cambio de lo que estuvo, y que el único modo que tiene el pasado de hacerse presente en el nuevo ahora es justamente el de reproducir la constante transformación que en el pasar de los días se confirma, siempre, como un acontecer. Tarea no destacada ni arbitraria sino implicada, casi loca, en mi deseo de abarcar toda la sinfonía, todo el concierto de las formas y colores del jardín, de su memoria y de la mía…
Madrid, 2013



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